Sartre pensó: “estamos condenados a ser libres”; el apóstol Pablo pronunció: “estamos bendecidos con toda bendición…”, aunque en los hechos nos cuesta digerirlos.
A propósito de un video que me había compartido mi amigo Alvaro:
Tomando el caso del padre (humano) me impactó fuertemente el decidir de esa manera, a más de que es una dolorosa historia.
Desde la "gracia" y desde el "humanismo", sencillez en su apología: la vida misma.
Desde la "gracia" y desde el "humanismo", sencillez en su apología: la vida misma.
Cuántas veces, entre risas y más risas, hablamos sin directrices, sin reglas de algo, y bromeamos, cuántas veces nos ponemos payasos, y de remate, cuando enamoramos el sentimiento, y lo envolvemos con algún ensueño; cuantas veces nos desligamos de nosotros y estamos encantados con un "pana", y mejor: con un hijo, con sus preguntas, con su mirada, con su ademán, quizá con su cabello ensortijado, y de verdad llega a ser magia, incierta en su mirada, desorbitada de amor eterno por su retoño; un júbilo sereno y paternal/maternal. Cuántas veces, absortos por una mariposa, por las travesuras de un gato, o la de un perro; cuántas veces, nuestra principal mueca es la sonrisa, el de un relajado "no sé"ffff, o el uff agotado sobre un campo en un paseo; y qué decir de los silencios -también edificantes-, es tal que escucha, un silencio de calma, de solo sentir, respirar, observando lo minúsculo, lo colorido, lo extenso, y quizá, observando al otro que aprecio, o por lo menos que no me genera animadversión.
Forrest Gamp enunciaba, y es que digo “ENUNCIABA”, como una “MÁXIMA”: “tonto es el que hace cosas tontas”, como la de tener todo el tiempo una conducta elaborada y re-elaborada, re-finada, y re-estandarizada; discutible si es específicamente eventual y contextual.
Cuando estamos en un taller, en el juego, las famosas "dinámicas", díganme: que no es fácil conectarnos, (solo a veces no es posible), nos dejamos llevar y entramos en un salto de consciencia, sin sentido de vacío, con un todo de pertenencia, el "todo" de una carcajada, sin lógica, con un abrazarse lúdico, de un mover la cabeza asintiendo con un otro el que nos reconocemos; estar en las “locuras” sin más ni menos, es grandioso.
Y ¿por qué las dejo?, qué pasa que se aparta, mejor: ¿qué pasa que me aparto?, lo contrario es estar dentro de ellas y no me parece tarea fácil, permanecer en lo simple es una de las acciones más conscientes, y una de las tareas más inadvertidas, y más aún cuando estás rodeado de lo retórico y citadino, lo normativo y esquemático. Las cuestiones simples pueden ser complejas, en los problemas y en la lucha por la reivindicación, “bueno, si nos metemos en la vida misma”, lo digo porque Osho sí menciona un "no estar de acuerdo" (aunque parezca contradictorio) con el camino de retirarse permanentemente a la vida del misticismo, el mundo ascético, es mejor afrontar las responsabilidades tal cual, como: "en busca de la felicidad" con Will Smith.
En el glamour, que casi todo es “perfecto”, ¿por qué no usarlo? Seguro, será el mejor lugar para que lo simple y las boberías anheladas de la vida misma aparezcan, para que se muestren las "cuestiones sencillas". Tampoco lo brusco, pero sí, como la historia de un Martín Santomé, en "La Tregua" de Mario Benedetti.
Pancho, un Profesor nos contaba en clases, que un día fealdad y belleza se fueron al mar, de pronto, a belleza se le antojó entrar a nadar, al final, ambas estaban desnudas en medio del océano, pero fealdad salió antes y se vistió con la ropa de belleza, desde ese entonces, ambas andan por el mundo confundidas.
Lo simple, es tan exquisito que humaniza, y de forma profunda.